THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES

miércoles, 8 de julio de 2009

Bienvenidos a Pisalo- Pisalo (PP)

Este video resume cabalmente el espíritu de quienes hacemos esta página:

http://www.youtube.com/watch?v=rvB-8tTphws

Sin más que explicar, los integrantes de PP -recién repuestos de los interminables festejos por la debacle del fútbol tibio propuesto por el filósofo bigotudo (no hablamos de Nietszche) que condujo al clubcito de los líricos durante este campeonato de aspirantes amargos y técnicos demagogos- se reúnen una vez más para prepararnos anímicamente para la cita más importante del fútbol mundial: Sudáfrica 2010.

Como ha ocurrido con los mundiales anteriores (http://www.entiendaelmundial.blogspot.com/), una vez sorteado el fixture, nuestros especialistas comenzarán a desglosar el perfil y las posibilidades de los participantes. Mientras tanto, para ir calentando la previa –a la manera de Niembro y sus discípulos– iremos realizando apuntes dispersos destinados a que la masa finalmente se ilustre y comprenda que cuando decimos que “el fútbol es una guerra” no estamos realizando ninguna metáfora.

Como presentación, vaya el primer apunte sobre un tema que seguramente preocupe a los lectores: La Selección Argentina.

Impresentable

La selección argentina atraviesa un momento aparentemente complicado, signado por la desorganización, el conflicto de intereses particulares y la decadencia de una estructura de poder.
El pobre rendimiento que muestra en las eliminatorias no es tan preocupante como la carencia total de autocrítica de todos sus integrantes, desde el insólito Milito (quien reemplaza en la función de cadete al no menos inexplicable Julio Cruz) hasta el siniestro Julio Grondona (que, en definitiva, es uno de los tantos clavos que nos dejó la Junta Militar). En el medio, como siempre, Diego, un hombre tan noble e ingenioso como desbocado.

Que sea dicho: casi cualquier fanático de fútbol sabe que el presidente de la AFA eligió a Maradona como reemplazante del fallido Basile porque era la única opción que evitaría el reclamo por Carlos Bianchi. Resulta evidente que el denominado Virrey, un hombre de indiscutible liderazgo, incomparable suerte para los penales y negro prontuario en sus incursiones en el exterior, tiene intereses inconciliables con el hombre del anillo que reza “todo pasa”. No son necesarios los detalles, está claro que negocios son negocios, y el fútbol es, precisamente, eso: un negocio con un margen de azar que se define en 90 y pico de minutos en una cancha. Así que, como tantas otras veces, usaron nuevamente al Diego. Y el 10, como siempre, se dejó usar, confiando ciegamente en su capacidad, dando muestras de una inconmensurable autoestima, que roza el mesianismo, la soberbia y la demencia. Los kamikazes son grandes soldados, difícilmente sean grandes comandantes.

Los argumentos que legitimaron el arribo del Diego a la Selección Argentina giraron principalmente alrededor de cuestiones que exceden lo técnico y táctico, y podrían resumirse en el problema de la motivación. Así como, según la prensa especializada, el Coco aparecía a los ojos de Messi y otros jovencitos como un abuelo desactualizado, aferrado a rituales ancestrales sin sustento y carente del charme internacional de las grandes ligas, se suponía que el Diego inyectaría en estos jóvenes ya realizados económicamente una motivación incomparable: nadie mejor para contagiar el amor a la camiseta que un héroe como él.

La jugada del Don Corleone del fútbol argentino, además, se completó con una medida garantista. Temiendo a los múltiples excesos a los que es dado Pelusa, le puso un stopper: nuestro estimado Carlos Salvador Bilardo. La ecuación es simple: Maradona necesita alguien que lo controle. Sin entrar en problemas que corresponden al malogrado Pichón Rivière, debemos reconocer que si la autoridad necesita a su vez un control, su figura aparece cuestionada ya desde un principio. Eso, sin considerar todo lo que precedió y sucedió al anuncio de Maradona como técnico.
La generación del 86 fue invitada al poder, algo que el doctor reclamó tras su renuncia en 1990. Casi 20 años más tarde, Don Julio le hacía caso. Pero tanto tiempo no fue gratuito. En ese lapso pudimos observar cómo esa generación demostraba haber hecho méritos para ganarse un lugar en la selección. Repasemos:

Batista: su máximo logro antes de ganar la medalla dorada en los juegos olímpicos –un torneo de escasísimo prestigio, cuyo único partido en serio fue en semifinales, contra Brasil- era un ascenso en promoción con Argentinos Jrs. Pocos meses antes, fracasaba como ayudante de campo de Ruggeri en San Lorenzo y partía a Mendoza para hacerse cargo de Godoy Cruz, en la B Nacional.

Brown: hijo no reconocido de Bilardo, anduvo batallando por clubes como Almagro y Nueva Chicago –por nombrar a los más importantes- haciendo dupla con Héctor Enrique, otro baluarte del ´86, que al menos se avivó y se dedicó a detectar talentos por sudamérica, tarea que realiza muy bien, por otra parte.

Olarticoechea: Comió deliciosos asados desde el 90 para acá.

Ruggeri: Un ejemplo de cómo una carrera como ¿técnico? ¿representante? ¿lobbysta de poca monta? puede arruinar el prestigio que se gana como jugador.

Podríamos seguir, pero debemos entender la indignación de Maradona ante la sugerencia/presión para que los dos primeros se integraran a su cuerpo técnico, así como resulta incomprensible su reclamo por el último, hasta que Grondona y Bilardo lo hicieron desistir, sin lograr igual extinguir el fuego iracundo que lo caracteriza.

Quizás involuntariamente, volvimos al 86, pero se nos fue la mano: esto es un puterío similar al que precedió la gesta de México. Este hecho, suele alimentar la fantasía de bilardistas nostálgicos que dicen: “prefiero ir de punto, entrar por la ventana”; “con el Diego es la gloria o devoto”, entre otras cosas. Desde PP, opinamos que no hay comparación favorable: aquel equipo era un quilombo, sin dudas, pero Maradona jugaba, no dirigía. Bilardo estaba lúcido, además (para el fútbol). A los que se ilusionan por el regreso de Carlos Salvador, también hay que hacerles notar lo siguiente: el propio Bilardismo terminó con Bilardo. Si ud. hoy se asume como verdaderamente bilardista, entonces no elegiría a Bilardo para la selección, porque él, dada su senilidad, no es el más apto para el cargo. Es claro, el Darwinismo no acepta melancolía: aunque nos de pena, cuando el más apto envejece, deja de ser el más apto, porque viene uno joven y lo reduce fácilmente.
El problema del espíritu Bilardista de esta ¿joven? camada de técnicos es, además, la ambición. Basta con escucharlos hablar para convencerse de que todos quieren ser jefes, todos se atribuyen hasta el último logro del que han participado, en fin, todos quieren el dinero, la gloria y el poder, y son demasiado desprolijos como para poder disimularlo.

Pero ya está: asumió el Diego, y con él los experimentadísimos Mancuso (larga carrera en la representación de jugadores) y Lemme (años en torneos de la tercera y cuarta división de la Argentina). Claramente, uno lo puso el 10 y el otro nuestro entrañable doctor, que por lo visto, debe muchos favores a gente que lo sacó campeón con Estudiantes en el 83.
Ya está: salvo una catástrofe (bueh, no nos olvidamos de lo de Bolivia, decíamos otra de esas) estos son los que nos llevarán al mundial. Porque hay que quedarse tranquilos, vamos a ir. NIKE, IKEA, UNICEF, FIFA, GATORADE, GILETTE, EASY, LUCHETTI, MICHELIN, CHEVROLET, LAYS, PEPSI, LEGUI y tantos otros sponsors presionarán para que al mundial no le falten los dos jugadores más marketineados desde que Ronaldinho engordó y se dedicó a las putas: LIO y CR7.
Si ud. jugó al fútbol en el barrio, piénselo dos segundos: ¿no le hubiera gustado, en aquellos años mozos, enfrentarlos en el baldío, en la vereda, esperar que uno de ellos encarara para meterle un planchazo que lo rompiera todo? A los integrantes de PP, sí.
Porque, en aras de la virilidad que el balompié supone, estos dos pibes son –hablando en términos futboleros, claro está- dos putazos bárbaros. Pero, paradoja, por tener a uno de esos es que vamos al mundial, aunque no sea directamente por sus gambetas.

No tiene sentido preguntarse por la técnica y por la táctica durante las eliminatorias. Brasil las juega de compromiso, sabe que es imposible no clasificar. Lo mismo está pasando con nuestra Selección.
¿Acaso Maradona cambió sustancialmente los nombres? Sus agregados son bastante coyunturales: un Papa, un Angeleri o un Bergessio no alcanzan a mostrar ningún cambio profundo. Le agradecemos, eso sí, haber pasado a retiro al Pato Abbondanzieri y a Román. Sobre el pasive-agresive que usa la diez de Boca, habrá un capítulo especial. Por el momento, sumemos a la desorganización de este proyecto el hecho de que, luego de su renuncia, ahora Grondona presiona por su regreso, lo que constituye una forma de deslegitimar el discurso de un técnico que el propio presidente de AFA eligió.

Los que nos llevan al mundial parecen ser los mismos que arman el equipo, sólo así se explica la endeblez, la falta de criterio, la precariedad de nuestra formación. Parecería que el público futbolero aclama por la reunión a cualquier costo de todas las supuestas estrellas que la Selección posee, basta observar el dibujo y los nombres con que se enfrentó a Colombia. Parecía resultado de un pan y queso empresarial.










A esto hay que sumarle, además, el típico camarilleo de los muchachos. Que LIO quiere al KUN pero todo mal con ROMÁN, que Heinze tiene que estar porque es un hermano mayor, que Higuain se cavó su tumba al negarse al Sub 20 y encima se empomó a la novia de PINTITA Gago, que CARLITOS se hizo cheto, que el CUCHU era la novia de Pekerman, que JUAMPI se la mamaba a Coloccini. El vestuario hizo, sin embargo, su dictamen, todo es culpa del freak de Riquelme. Y Riquelme, que carece de paciencia y determinación, se hincha los huevos y antes de que le exijan cosas que no está dispuesto a hacer, se va a la mierda. Y demuestra una sensatez envidiable, como solía hacerlo cuando jugaba al fútbol, aunque eso fue hace mucho tiempo. A propósito, ¿ud. cree que un equipo integrado por LIO, KUN y PINTITA (y MAXI, PUPI...) puede ganar un mundial? Francamente, ¿no le suena más a una banda de pop adolescente? No nos responda, realice antes este ejercicio: ponga una foto de cada uno, con su apodo como epígrafe. ¿No se siente una quinceañera calentona?
Dicho con claridad: se nota la mano del verdadero ayudante de campo del Diego, cuyo trabajo no ha sido debidamente reconocido públicamente: Gianina Dinorah. Ella, porque seguramente defiende a su padre a muerte, así como al Kuncito que amamanta, le pasa la mejor información del cabarulo para que esté actualizado sobre los últimos puteríos de sus vedettes. Lo curioso del caso es que luego de una brevísima brisa de supuesta motivación (dos amistosos chotos, medio tiempo contra la impresentable Venezuela), parece que al Diego ya le tomaron el tiempo. De nada parecen servir las declaraciones de amor incondicional a la camiseta, la mística del 86, los derramamientos de sangre y sudor, las fotos en los vestuarios, los videos de gladiadores, las fotos de Botineras haciendo petes en las plateas del monumental, los buracos del pasto millonario, la papada de Aguilar... Estos pibes parecen saturados de estímulos, tienen mimos y dinero, viven en países desarrollados y está tilinguería tan argentina que recorre a la Selección, es evidente, les parece de cuarta. Se nota en el fastidio de casi todos, pero son chicos y van a donde sus mayores les dicen que vayan, aún sin ninguna convicción.

Hace muchos años, un hombre de verso interminable y cigarrillo pegado los labios, dijo que cualquiera podría reconocer la forma rerpresentativa de jugar al fútbol en la Argentina, a la que denominó “la nuestra”. Error: “La nuestra” es esta manera de hacer las cosas, que nos expone más al fracaso que a la gloria. Cuando ganamos, entonces, no es por “la nuestra” si no a pesar de ella.









Related Posts with Thumbnails