THOUSANDS OF FREE BLOGGER TEMPLATES

martes, 30 de marzo de 2010

No se olviden de…

El profe Córdoba


Como ya lo hiciéramos en ocasión de Alemania 2006, bregamos nuevamente por la contratación, por parte de algún canal de TV Abierta o por cable, o aunque sea de alguna radio zonal, del oscuro y entrañable Profe Córdoba. Este hombre, que vendría a ser algo así como un autoproclamado inventor del fútbol, posee una verba sólo comparable a la de Ricardo Caruso Lombardi o la que viene desarrollando con un dejo de patetismo el prometedor Abel Alves.
El profe las hizo todas: emuló a Mike Tyson, al hermano de Riquelme y, como visionario que es, muchísimo antes de que se pusiera de novia con el baterista de callejeros, se adelantó a Wanda Taddei.

Pero si hablamos estrictamente de fútbol, no podemos desmerecer sus fabulosas campañas, y mucho menos ese particular registro con el que llenó horas en el panel del Sr. Fernando Niembro. Lamentablemente, hace 7 años que nos privamos de ver en un campo de juego su fútbol revolucionario y un poco menos que no lo vemos disparando sus máximas en TV. Sin embargo, para que no queden dudas del complot del que es víctima, en una nota con Olé nos explica todo.

Desde este humilde espacio lucharemos para que regrese pronto a la pantalla, y, si es necesario, nos haremos fan de él en Facebook.

El grupo B, primera entrega

Grecia

Nuevamente bajo el mando del gran Otto “Tinta” Rehhagel, una suerte de Chiche Sosa alemán, Grecia logró clasificarse lastimosamente al mundial. Un verdadero milagro futbolístico, para una tierra caracterizada por los buenos vinos, las islas paradisíacas y los estafadores. No es el primero que logra Otto: ya lo había sacado campeón de Europa 2004, jugando el fútbol más amarrete que se haya visto en toda la historia. Hasta los fanáticos de la belleza del Catenaccio tuvimos que taparnos los ojos de vez en cuando ante la obscena propuesta de aquel equipo. Tan terrible fue, que a pesar del título, ningún club de Europa se interesó en algún futbolista helénico: si traías a un muerto de ese equipo iba a ser demasiado evidente la maniobra para lavar dinero.

El fútbol griego es algo así como el Nacional B, en donde los únicos que aportan algo de talento son los extranjeros, generalmente ladronzuelos de poca monta y con algún breve pasado glorioso, acomodaticios que se dejan engañar por intermediarios inescrupulosos y algún que otro grosso en declive. La filosofía futbolística griega es simple: tirarla para arriba y correr. El ingenioso Otto le inculcó a eso una idea sencilla: cuando la esfera va para el arco rival, el 9 se mete entre los centrales adversarios a tratar de bajarla, en lo posible a la izquierda, para que la reciba el volante que viene a toda velocidad por ahí. Éste tiene instrucciones muy claras: pararla y volver a mandarla al área, para que ahora el 9 la cabecee, esta vez, al arco.

El plan funcionaría perfecto si el 9 no tuviera la cabeza cuadrada y el osado mediocampista le acertara a esos 18 metros a la redonda de la meta rival. Igual, porque así es el azar, de 20 intentos por partido, una sale cerca.

Como en la tragedia clásica, los protagonistas de esta sesuda estrategia son, naturalmente, tres. El que la tira para arriba es Sotirios Kyrgiakos, un central al lado de quien Schiavi parece habilidoso. El que la baja es el temible Theofanis Gekas, que no es malo, y con eso le va a alcanzar para que tu novia gima un poquito y vos tengas el culo en la mano cuando la pelota le pase cerca. Porque el bueno de Theo tendrá los pies de plastilina, pero es suficientemente rápido (o sea: normal) como para que Demichelis y Samuel lo tengan que correr de atrás.

Sin embargo el arma más poderosa de los helénicos es el hipócrita Giorgos Karagounis. Es fácil imaginar el juego de este muchacho. Hay que figurarse cómo sería Krupoviesa si hubiera nacido en el mediterráneo.

Exacto: un poco más vivillo. Giorgos la tiene bien clara, sabe que su papel es central en el plan de supervivencia diseñado por Otto. Para garantizarse cierta comodidad a la hora de tirar el bochazo, se ha convertido en un verdadero especialista de fabricar foules por su sector. Como Ortega en sus mejores tiempos, pero con un estilo mucho más aparatoso e impactante, dada su envergadura física, Karagounis ha sido apodado el clavadista.

Pronóstico: No pasan de ronda ni en pedo. Con suerte meten un gol. Y seguro que se lo van a hacer Argentina, de pelota parada. Igual no les va a alcanzar.

OH-OH-OH-OOH


Escucho a K'naan y me emociono.





lunes, 29 de marzo de 2010

El grupo A, última entrega

México

Si cabe el parangón, México es la Holanda del tercer mundo: juego moderno y atildado, impecable tácticamente y con algún talento. Todo eso, ejecutado con una indolencia que la barra brava de Chicago castigaría repartiendo corchazos, pero que apenas merece algunos insultos por parte de nuestros amigos del norte, sobre todo cuando regresan a tierras aztecas después de una nueva frustración mundialista.
México se caracteriza por una ligereza llamativa, con una aptitud sin par para la elaboración sensata de la derrotas. Como los hermanos holandeses, son demasiado civilizados como para este noble deporte en el que triunfan personas como esta o esta.





En este contexto, un técnico como el Vasco Javier Aguirre es más de lo mismo. Un señor, de interesantísima verba, con una formación cultural encomiable y con quien cualquier señora podría sentarse a tomar el té en las Violetas y salir encantada. En términos prácticos, para el sumiso y aburguesado futbolista mexicano, escucharlo es menos motivador que una declaración cualquiera del chueco Alves.

Vea, si ud. entiende que es necesario nacionalizar a Guille Franco (delantero fracaso de San Lorenzo), es porque la producción futbolera anda mal. Ahora, si no conforme con eso se le confiere pasaporte mexicano a Matías Vuoso –y se lo espera 2 años para que pueda purgar su pasado en la Sub 20 Argentina (jugó un amistoso en Catamarca) –, por ahí, piénselo, al equipo le están faltando delanteros.

Vuoso es aquel pony que asomó al mismo tiempo que Forlán en Independiente. Su descollante actuación, que sin dudas no hace falta repasar porque todos tenemos presente, lo llevó a la prestigiosísima plantilla del Manchester City en 2002, cuando este club estaba fundido y faltaban años para un magnate lo comprara con dinero ruso para lavar. Ahí, pese a la impresionante marca que traía de la Argentina (14 goles en 65 partidos), sólo ingreso en dos encuentros, en los que la red no supo sonreírle. De allí sí, a la liga mexicana, en donde pasan cosas tan extrañas como que un arquero se cambie el buzo y juegue de delantero, o que el Cuqui Silvani haya hecho el gol de una final. Y la descosió, claro, porque para la media mexicana, hasta puede cabecear.

Pero la falta de potencia ofensiva puede ser un problema tan grave para que amerite, finalmente, tener que convocar de nuevo a… Cuauhtemoc Blanco. El interminable gordo está de vuelta, porque, como está de moda, los jóvenes talentos necesitan alguien que los contenga y que no tenga miedo de fracasar con dignidad. Si no lo recuerdan, el bueno de Cuauhtemoc es un ingenioso puntero con juego y personalidad similares a nuestro Guillermo Barros Schelotto. La diferencia radicaría en 15 campeonatos ganados, más o menos. Pero se compensa, porque el ídolo azteca nos ha regalado dos de las jugadas más incalificables de todos los tiempos, superiores sin dudas al escorpión del narco Higuita o la foquinha, de un careta e ignoto brasileño: la cuauteminha y el pase de joroba.

Para completar el arsenal de cebitas, México tiene un jugador de los que se usan ahora: chiquitito, rápido, vertical, marketineado y bien puto. Se llama Giovanni dos Santos. Este hijo de Zizinho, un brasileño vivísimo (curró en la liga Mexicana como jugador) que se llevó a los dos críos bien jovencitos a las inferiores del Barcelona. Giovanni arrancó imitando a su ídolo Ronaldinho, sobre todo en el look. También le choreó un par de firuletes. Descolló en el sub 17 Mexicano, y ya sabemos lo relevante que es triunfar en esas competencias, porque eso se traduce en igual resultado en las mayores.

Cuestión que este muchachito de 21 años inexplicablemente no triunfó en el Barcelona, razón por la cual buscó revancha en el Tottenham Hotspurs de Inglaterra. No la debe haber encontrado, como tampoco lo hizo cuando fue prestado al prestigiosísimo Ipswich, donde tampoco funcionó. Su ex técnico en el Barcelona, Frank Rikjaard, le tiró una soga para que se sumara al siempre temible Galatasaray de Turquía, con el argumento de que tuviera más fútbol para llegar afilado al mundial. Y ahí sí, por fin se dio el gustazo de jugar 4 partidos, en los que, suponemos, la debe haber descocido. Igual, por las dudas, Zizinho –que debe ser un gran representante, está clarísimo- ya le pone fichas a Jonathan, que con un partido en primera y uno en la selección, asoma también para juntarla en containers como su hermano. No sabemos si el hermano mayor, Éder, estará resentido por no haber sido llevado oportunamente a Europa, pero por suerte tiene su correspondiente entrada en wikipedia, que narra la sugestiva historia de cómo, a la edad en que cualquier muchacho debería claudicar en sus intentos por convertirse en futbolista, él consiguió fichar para el poderoso América.

En este elenco de estrellas, el pobre Rafa Márquez maldecirá nuevamente no haber nacido en Paraguay, o en cualquier otro país donde los jugadores tengan sangre.

Pronóstico: México volverá a ser esa grata sorpresa para relatores como Quique Wolff, que celebrarán las bondades de sus laterales, el sesudo criterio de mediocampistas, incluso la movilidad endemoniada de sus delanteros. Todo ello, claro está, durante la primera fase. Después, cualquier equipo que tenga ganas de ganar los dejará afuera.

Encuesta


Encuesta:
¿Qué se extraña más de la Selección?

0) La potencia de Kempes.
1) Las voladas del Goyco.
2) La velocidad del pájaro Caniggia.
3) Los huevos del Vasco Olarticoechea.
4) Los goles de Pasculli.
5) Las enseñanzas de Menotti.
6) El aporte de Pachamé.
7) Los masajes de Galíndez.
8) La pegada del Moncho Monzón.
9) La puntería de Cuciuffo.
10) El bidón de Bilardo.
11) Los joggings de Bielsa.
12) La fogosidad de Pekerman.
13) Los centros del Piojo López.
14) El humor de Riquelme.
15) La papusa del Coco Basile.

El grupo A, tercera entrega



Uruguay

Amigo, cualquiera que entiende la sensibilidad del staff de este modesto blog sabe que espiritualmente estamos con esta selección. Pero el realismo que nos caracteriza nos impide prometerle que el elenco conducido por el maestro Tabárez va a pasar de ronda.

Esta verdadera horda irá nuevamente a dejar bien claro que nadie se va a llevar por delante a la gloriosa celeste. Castigará con dureza, lo sabemos, todo intento adversario de jugar el balón entre compañeros, toda pretensión de gambeta e incluso osadías tales como atreverse a ingresar al área. Para quien así lo pretendiera, está claro que habrá garrote.
Es lo que ha ofrecido Uruguay los últimos 100 años, salpicados generalmente con algún rapto de juego, generalmente a cargo de gélidos conductores como el Príncipe o el chino Recoba. En este mundial, ese rol le cabe a un señor llamado Lodeiro, cuya temperatura corporal es similar a la de sus predecesores, aunque su talento es considerablemente menor, y su porte puede provocar la risa maliciosa de los preparadores físicos.

Para colmo de males, la epopeya argentina en el Centenario dejó como saldo una suspensión al Cebolla Rodríguez, que lo quitaría de al menos dos partidos en Sudáfrica. Uruguay todavía lamenta la ausencia de un muchacho que sabe de cosas extrañísimas como darle la pelota a un compañero.

Arriba, es cierto, hay dos muy buenos delanteros, como el rubio Forlán y el pistolero Luis Suarez. En el área son dos bestias. Lamentablemente, el resto del equipo ha de ser de otra especie. No hay manera de que estos pibes puedan rendir igual en su Selección que en Europa, por la lógica razón de que los mediocampistas uruguayos todavía no se figuran qué deberían hacer con ese elemento blanco y redondo que viene de yapa con el rival al que acaban de voltear. Tipos como Fucile, Eguren, Godín o Gargano, por citar sólo algunos, son ideales para ir a buscar a cualquiera a la salida de un pool en Aldo Bonzi. Que el rival pretenda jugar al fútbol se lo toman como algo personal, como una provocación. Y entonces van a los bifes, que no ni no.

Este conjunto impresentable es comandado por un tipo al que todos alaban por su condición humana y al que apodan por ello “el maestro” pero que da para sospechar porque habla de costado, como una especie de cuchillero de las orillas. Ni qué decir de Diego Lugano, el capitán, referente, líder y factotum de este espíritu guerrero. Si alguien sobrevive y llega al área penal, todavía le falta lo peor: enfrentar al Canario, que a esa altura esperará enojado la oportunidad de hacerle saber que este deporte es para machos, no para jugadores de fútbol.

Lógicamente no podrán hacer nada a medida que el equipo vaya siendo condicionado por las amarillas y diezmado por las rojas, y caerán, no sin antes llevarse algún hueso de souvenir. Y dejando algunos taponazos de recuerdo.

Nos perdemos de ver a...

Nos perdemos de ver a… Arshavin y Hiddink

Lamentablemente, la Copa Mundial nunca es una fiesta completa. A algunos jugadores les tocó nacer en el lugar equivocado, lo que los priva de jugar aunque sea 3 partidos en la máxima cita del fútbol Así, George Weah se habrá llenado de oro en el Milan de los años 90, llegará a ser presidente de Liberia, pero nunca podrá poner en el currículum que jugó siquiera un minuto en FIFA World Cup.
En esta edición, hay unos cuantos de vacaciones, algunos para lamentar. Es el caso de Andréi Arshavin, un ruso que la rompe en el ataque del Arsenal, enloqueciendo rivales con una gambeta incomprensible y marcando goles de los lindos. El pobre muchacho –que deslumbró en la última edición de la Eurocopa- tuvo la pésima de suerte de nacer ruso, algo que la FIFA suele castigar con frecuencia, sobre todo a través del fixture. Y esta vez no fue la excepción: de todos los rivales que había para el repechaje, sólo Portugal podía ser más peligroso que Eslovenia. Pero claro, el riesgo de poner a jugar a Rusia contra los lusos suponía quedarnos sin el más puto y marketineado de todos los jugadores de la historia. Ni que hablar de tocarle el culo a Platini: Rusia hubiera despachado a Francia con sencillez. De modo que, curiosamente, Portugal debió enfrentarse con la poderosísima Bosnia y los galos con la complicada Irlanda (y aún así le ganaron gracias a le main du dieu). Para hacerla mejor, por las dudas, Rusia no sólo tuvo que lidiar contra un muy buen equipo, sino con un árbitro que sugestivamente, expulsó no sabemos bien por qué al delantero Kerzhakov ni bien Eslovenia marcó el único gol del partido. Para completarla, en el descuento echaron a otro.
De modo que nos quedamos sin ver a esta especie de Messi más lento, quizás más dicontinuo (o sea: como el clon que nos mandan los del Barcelona a la Selección) pero dueño de un muy buen panorama y pegada. Y encima nos privaron de ver cómo Gus Hiddink demostraba otra vez de cosas inverosímiles como aquel inolvidable 2002. Igual, por suerte le quedó ánimo para tirarse un lance fabuloso. Una pena, hubiera estado genial.

Grupo A, segunda entrega

Sudáfrica


Como se ha señalado oportunamente, la FIFA es capaz de cualquier cosa con tal de mantener con vida un par de rondas a los locales. Y ningún equipo da más laburo que Corea en 2002, así que Sudáfrica puede (y va a pasar de ronda). Sucederá, asumámoslo, a pesar de ciertas cuestiones, a saber:
Imagínese el poder de este equipo si en la página de la FIFA se señalan como los antecedentes más significativos dos derrotas por mínima diferencia ante Brasil y España. Otro dato: no clasificaron para la fase final de la Copa África. Para darse una idea de cómo juegan, haga de cuenta que los celestes son uruguay y los de amarillo, Sudáfrica y clickee acá.
Si no le quedó claro, tenga en cuenta que:

- En esta selección, cualquier jugador de Racing sería titular. (jugadores, no abuelos que dan consejos).
- Ángel Cappa dirigió al Mamelodi Sundowns y tuvo entre sus filas al inolvidable Vicente Principiano, que ahora anda buscando laburo. Obvio, no salieron campeones por el oscuro complot internacional contra el buen fútbol que lidera Don Julio, pero cómo tocaba la pelota ese equipo, la gente todavía se emociona al recordarlo.

- La estrella debería ser Benny McCarthy, centrodelantero que robó por diversos clubes chotos de Europa. Es viejo como Calderón, tiene la movilidad de Gallardo y tanta panza como Fabbiani. Lamentablemente, el DT le dio la baja. Lo vamos a extrañar.

Aún así, al técnico lo bancamos, porque es un verdadero experto en misiones exóticas. Nunca más atildado entonces caer en un equipo apodado bafana bafana. En la argentina tenemos un muchacho que hace lo mismo en cada club a donde va. Campeón con el Scratch en 1994, el brasileño Parriera, se dedicó a juntar guita en pala por cuanto país pudo: Ghana, Emiratos Árabes Unidos, Liberia... Sus habilidades de lobista le han permitido dirigir en 4 mundiales, lo que lo pone al borde de igualar al entrañable Bora Milutinovic. Y en todos ha practicado el saludable arte de encontrarle la vuelta a jugadores impresentables.

Eso sí, cuando juegue Sudáfrica es necesario encontrarse alguna actividad lúdica para hacer mientras tanto: desempolvá el Teg, ponéte a cambiar cueritos o hacé decoupage con las cajas de zapatos viejas. También es buena oportunidad para curarte esos problemitas de sueño que venís arrastrando por el estrés. Los equipos de Parreira no enfrían el partido, lo frizan hasta que haya pelotas paradas, momento en que se excitan por la posibilidad de pisar el área, lo que constituye una suerte de safari por Júpiter. Claro, la localía los va a ayudar para que tengan recurrentes paseitos e intentos para que alguno morocho fortachón cabecee los inexpresivos pelotazos de Steven Pienaar, algo así como un Abelairas rasta.

Pronóstico: a la segunda ronda, de la mano de Blatter.

Situación


Caso 1: “¿Cuál es la gracia de mirar el mundial?”

Tenés varias opciones:

a) Le explicás que hay un equipo de remera amarilla, pantaloncitos azules y medias blancas que gana casi siempre porque es muy superior a los demás. El sentido de mirar los partidos de esta selección, que es Brasil, es ver si pierde, cosa que a veces ocurre, generalmente por dos razones principales. La primera, muy infrecuente, porque aparece algún team que tiene una actuación (o un orto) descomunal y le gana (cagando). Como a vos te gustan las películas épicas, no te querés perder la oportunidad de ver una de ellas en vivo y en directo. La segunda razón es más común. A veces, los brazucas les agarra la desidia y se cuelgan un rato, lo que los lleva a complicar un partido que deberían ganar caminando. Los minutos pasan, la partuza le va pasando factura al físico de los pibes y, cuando se quisieron acordar, se les complicó todo. Como a vos te encanta la fábula de la tortuga y la liebre, te interesa ver una nueva versión.

b) Le decís que no te importa tanto el fútbol como ver a Maradona, que aunque gane o pierda va a prender fuego a unos cuantos caretas cuando termine el partido. De paso le confesás que vos también tomás papusa.

c) Le refrescás la historia de David y Goliat, de modo que ella entienda el paralelismo moderno que constituye, por ejemplo, el partido insoportable que juegan Nueva Zelandia e Italia. Le avisás que Italia es el que se defiende, algo que no va a entender.

d) Le exponés los principales lineamientos del pensamiento Bilardista, para quien el fútbol no es “como” la guerra, sino que “es” la guerra. Le hacés ver que hasta tocan el himno antes de los partidos.

e) Le reconocés que sos gay y que te encantan los chongos. Aprovechás para reconocer que debutaste en un vestuario y lo legitimás citando a Maradona, quien supo ventilar que “Pelé debutó con un pibe”.

f) Podés sincerarte y decirle que no hay nada más interesante en tu vida que ver cómo la mueve el zurdito que juega en el mediocampo de Honduras, que te hace acordar a vos cuando eras joven y apuesto, y no este bofe que está ahora en el sillón.

g) Le confesás que tenés una curiosidad morbosa por ver de qué manera van a cagar esta vez a los equipos africanos con los arbitrajes. De paso le refrescás que esa es la función de África en general, en el mundo occidental.

h) Podés plantearle la importancia de que pierda Italia, verdadero anti-fútbol, y le hacés comprender cómo el mundo sería mejor si todos se dedicaran a jugar a la pelota, con la hidalguía de ir a ganar y no especular con el error ajeno. Le recomendás los libros de Galeano, Valdano y el blog de Ángel Cappa, para que entienda que el balompié, como cualquier fenómeno social, está atravesado por la ideología y la poesía. Quizás con eso se duerme y no pregunta más.

Grupo A, primera entrega

El grupo A, primera entrega

Francia

Como la imagen lo revela, este equipo goza de muchísimos fans en nuestro país.
No seamos ingenuos. Si en este grupo está Francia, es para pilotear un poco el papelón de la eliminatoria con Irlanda. Más no se le podía pedir a Platini, bastante hizo apretando árbitros y jueces de línea para llegar al Mundial. Aunque claro, como son franceses, los medios criticaron a Henry y su trouppe por traicionar la ética al concretar un gol con la mano (más o menos como el debate que todavía tenemos en la Argentina sobre “la mano de Dios”). Bien al hipócrita estilo franchute, al Mundial van igual, aunque con esa herida ética que les permitirá llenar páginas de reflexiones imbéciles, interpretaciones ontológicas de segunda selección sobre la relación entre la condición ciudadana y la actuación deportiva o sobre los parentescos entre la derecha sarkoziana y la izquierda de un negrito de las colonias que los salvó del papelón.

En términos futbolísticos, el problema de Francia es que todavía no ha podido consolidar un equipo nuevo, aunque talento no le falta. Henry está cada vez más consumido, pero asoma Benzema, que es más o menos igual que Tití a su edad: lindo pique, un poco de gol y el pechito lleno de helado. Para colmo, eligió ir al Real, que es lo mismo que ser un ñoqui multimillonario, si no que lo diga nuestro conejito Saviola, especialista en descansar los domingos mientras chequea on-line el estado de sus cuentas bancarias, y algún gato berreta le manguea unos pesos.
Sin dudas, el que es de temer es Frank Ribery, tanto por su cara de cuasimodo como por lo que juega. Tira el equipo para adelante, la lleva atada a gran velocidad y da muchos pases gol. Además es un tipo generoso: se nota que toda la platinga la gastó en tunear a su novia, que pasó de esto a esto.
Bien por Frank.
En el medio hay dos patova que distribuyen bien el balón, como Jeremy Toulalá y, sobre todo, Larss Diarra. Quitan, distribuyen y la mueven. El problema es la amargura natural de todo francés, eso que hace que salgan ilesos de cualquier derrota, porque su característica soberbia hace que desprecien hasta el resultado, que al fin y al cabo es apenas un dato. Y claro, tampoco se van a calentar porque saben que sólo son franceses porque juegan bien a la pelota, sino tendrían que encontrar otras formas de hacer valer sus derechos.

A esto hay que agregarle al extravagante técnico Domenech, quien en 2006 se dio el lujo de despreciar a Trezeguet (sí, será horrible, pero la manda a guardar seguido) para poner a Wiltord (para que lo recuerden, era un negro gordo que se paraba como 7), alegando razones astrológicas. Un verdadero cultor de la provocación, Domenech se garca en los comentarios de la prensa y logra hacer jugar horrible a un grupo de buenos jugadores. Paradójicamente, obtiene ciertos resultados.
Ahora bien, si algo hay que mirar, es al loco Anelka. Este muchacho es el clásico bipolar futbolero, si es su día te puede liquidar, uno podría confundirlo con una estrella (como lo hizo en 2002 el Real Madrid, que puso 37 palos verdes por él). Si es un día de tantos, en cambio, es Bordagaray.
El desempeño de la selección francesa, en suma, es de pronóstico reservado. Debuta con Uruguay y, aún cuando pudiera ganarle (y es probable que suceda) la fricción con los charrúas va a ser tal que seguramente los desgaste, y por eso apenas podrán empatar con México después. Y como Sudáfrica va a llegar con necesidad de puntos y es local… au revoir les blues: la hipoteca del partido con Irlanda será saldada. Y nuevamente, Alain Badiou escribirá en Paris Match sobre las canalladas de este fútbol corrupto, y la sociedad toda volverá a enfocarse en el rugby, un juego mucho más leal, transparente y aburrido.

lunes, 22 de marzo de 2010

Ecuación Número 1


Ecuación Número 1

Related Posts with Thumbnails