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martes, 30 de marzo de 2010

El grupo B, primera entrega

Grecia

Nuevamente bajo el mando del gran Otto “Tinta” Rehhagel, una suerte de Chiche Sosa alemán, Grecia logró clasificarse lastimosamente al mundial. Un verdadero milagro futbolístico, para una tierra caracterizada por los buenos vinos, las islas paradisíacas y los estafadores. No es el primero que logra Otto: ya lo había sacado campeón de Europa 2004, jugando el fútbol más amarrete que se haya visto en toda la historia. Hasta los fanáticos de la belleza del Catenaccio tuvimos que taparnos los ojos de vez en cuando ante la obscena propuesta de aquel equipo. Tan terrible fue, que a pesar del título, ningún club de Europa se interesó en algún futbolista helénico: si traías a un muerto de ese equipo iba a ser demasiado evidente la maniobra para lavar dinero.

El fútbol griego es algo así como el Nacional B, en donde los únicos que aportan algo de talento son los extranjeros, generalmente ladronzuelos de poca monta y con algún breve pasado glorioso, acomodaticios que se dejan engañar por intermediarios inescrupulosos y algún que otro grosso en declive. La filosofía futbolística griega es simple: tirarla para arriba y correr. El ingenioso Otto le inculcó a eso una idea sencilla: cuando la esfera va para el arco rival, el 9 se mete entre los centrales adversarios a tratar de bajarla, en lo posible a la izquierda, para que la reciba el volante que viene a toda velocidad por ahí. Éste tiene instrucciones muy claras: pararla y volver a mandarla al área, para que ahora el 9 la cabecee, esta vez, al arco.

El plan funcionaría perfecto si el 9 no tuviera la cabeza cuadrada y el osado mediocampista le acertara a esos 18 metros a la redonda de la meta rival. Igual, porque así es el azar, de 20 intentos por partido, una sale cerca.

Como en la tragedia clásica, los protagonistas de esta sesuda estrategia son, naturalmente, tres. El que la tira para arriba es Sotirios Kyrgiakos, un central al lado de quien Schiavi parece habilidoso. El que la baja es el temible Theofanis Gekas, que no es malo, y con eso le va a alcanzar para que tu novia gima un poquito y vos tengas el culo en la mano cuando la pelota le pase cerca. Porque el bueno de Theo tendrá los pies de plastilina, pero es suficientemente rápido (o sea: normal) como para que Demichelis y Samuel lo tengan que correr de atrás.

Sin embargo el arma más poderosa de los helénicos es el hipócrita Giorgos Karagounis. Es fácil imaginar el juego de este muchacho. Hay que figurarse cómo sería Krupoviesa si hubiera nacido en el mediterráneo.

Exacto: un poco más vivillo. Giorgos la tiene bien clara, sabe que su papel es central en el plan de supervivencia diseñado por Otto. Para garantizarse cierta comodidad a la hora de tirar el bochazo, se ha convertido en un verdadero especialista de fabricar foules por su sector. Como Ortega en sus mejores tiempos, pero con un estilo mucho más aparatoso e impactante, dada su envergadura física, Karagounis ha sido apodado el clavadista.

Pronóstico: No pasan de ronda ni en pedo. Con suerte meten un gol. Y seguro que se lo van a hacer Argentina, de pelota parada. Igual no les va a alcanzar.

1 comentarios:

Saed Al-Owairan(o el Maradona del Desierto) dijo...

La guerre des pauvres

La famine des Grecs apres la crise sera plus dangeureuse pour les Argentins. Les Grecs,les Nigériens ou les Argentins? Lesquels ont plus de misere? La Corée riche devrait triompher.

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