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lunes, 29 de marzo de 2010

Grupo A, primera entrega

El grupo A, primera entrega

Francia

Como la imagen lo revela, este equipo goza de muchísimos fans en nuestro país.
No seamos ingenuos. Si en este grupo está Francia, es para pilotear un poco el papelón de la eliminatoria con Irlanda. Más no se le podía pedir a Platini, bastante hizo apretando árbitros y jueces de línea para llegar al Mundial. Aunque claro, como son franceses, los medios criticaron a Henry y su trouppe por traicionar la ética al concretar un gol con la mano (más o menos como el debate que todavía tenemos en la Argentina sobre “la mano de Dios”). Bien al hipócrita estilo franchute, al Mundial van igual, aunque con esa herida ética que les permitirá llenar páginas de reflexiones imbéciles, interpretaciones ontológicas de segunda selección sobre la relación entre la condición ciudadana y la actuación deportiva o sobre los parentescos entre la derecha sarkoziana y la izquierda de un negrito de las colonias que los salvó del papelón.

En términos futbolísticos, el problema de Francia es que todavía no ha podido consolidar un equipo nuevo, aunque talento no le falta. Henry está cada vez más consumido, pero asoma Benzema, que es más o menos igual que Tití a su edad: lindo pique, un poco de gol y el pechito lleno de helado. Para colmo, eligió ir al Real, que es lo mismo que ser un ñoqui multimillonario, si no que lo diga nuestro conejito Saviola, especialista en descansar los domingos mientras chequea on-line el estado de sus cuentas bancarias, y algún gato berreta le manguea unos pesos.
Sin dudas, el que es de temer es Frank Ribery, tanto por su cara de cuasimodo como por lo que juega. Tira el equipo para adelante, la lleva atada a gran velocidad y da muchos pases gol. Además es un tipo generoso: se nota que toda la platinga la gastó en tunear a su novia, que pasó de esto a esto.
Bien por Frank.
En el medio hay dos patova que distribuyen bien el balón, como Jeremy Toulalá y, sobre todo, Larss Diarra. Quitan, distribuyen y la mueven. El problema es la amargura natural de todo francés, eso que hace que salgan ilesos de cualquier derrota, porque su característica soberbia hace que desprecien hasta el resultado, que al fin y al cabo es apenas un dato. Y claro, tampoco se van a calentar porque saben que sólo son franceses porque juegan bien a la pelota, sino tendrían que encontrar otras formas de hacer valer sus derechos.

A esto hay que agregarle al extravagante técnico Domenech, quien en 2006 se dio el lujo de despreciar a Trezeguet (sí, será horrible, pero la manda a guardar seguido) para poner a Wiltord (para que lo recuerden, era un negro gordo que se paraba como 7), alegando razones astrológicas. Un verdadero cultor de la provocación, Domenech se garca en los comentarios de la prensa y logra hacer jugar horrible a un grupo de buenos jugadores. Paradójicamente, obtiene ciertos resultados.
Ahora bien, si algo hay que mirar, es al loco Anelka. Este muchacho es el clásico bipolar futbolero, si es su día te puede liquidar, uno podría confundirlo con una estrella (como lo hizo en 2002 el Real Madrid, que puso 37 palos verdes por él). Si es un día de tantos, en cambio, es Bordagaray.
El desempeño de la selección francesa, en suma, es de pronóstico reservado. Debuta con Uruguay y, aún cuando pudiera ganarle (y es probable que suceda) la fricción con los charrúas va a ser tal que seguramente los desgaste, y por eso apenas podrán empatar con México después. Y como Sudáfrica va a llegar con necesidad de puntos y es local… au revoir les blues: la hipoteca del partido con Irlanda será saldada. Y nuevamente, Alain Badiou escribirá en Paris Match sobre las canalladas de este fútbol corrupto, y la sociedad toda volverá a enfocarse en el rugby, un juego mucho más leal, transparente y aburrido.

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