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lunes, 3 de mayo de 2010

Grupo D, segunda entrega

Ghana

Otro caso difícil de plantear. Como todos los equipos africanos, los ghaneses son peligrosos. A la vez, su principal enemigo es la irregularidad, aún dentro de un mismo partido. También conspira la endeblez defensiva y su poco interés por participar de esta competición. Eso sí, después de pasar las inferiores, cualquier primera es un paraíso.

En el mundial pasado, Ghana sorprendió con un equipo sólido, muy fuerte en lo físico y con algunos momentos de inspiración. Claro, cuando se le cayó su megaestrella se los morfaron sin despeinarse los brasileños, que son, lo sabemos, el equipo cuasi perfecto (sólo les faltaría tomarse en serio los partidos). En el caso de los ghaneses, quedaron sencillamente conformes con ese resultado decoroso y volvieron a casa habiendo cumplido con creces la misión de hacer un papel digno.

Ojo, en Sudáfrica, este equipo que viene a los tumbos (cambios de entrenador, jugadores que entran y salen) busca superarse. Y tiene con qué, aunque todo depende de algunas figuritas. La primera y esencial es Michel Essien, sin el cual no habrían clasificado ni al 2010 ni al 2006. Es un verdadero monstruo, que si jugara en una selección de primer nivel valdría 50 palos verdes, como mínimo. Imagínese un Verón joven y con el físico de Usain Bolt. Ya sólo es un mediocampo entero. Marca y distribución atildada. El tema es que vive lesionado y esta temporada no es la excepción. Se dice que no llegaría con los tiempos de recuperación, de confirmarse, las chances de Ghana serían nulas.

Aún suponiendo que a Essien lo recauchutaran, si hiciera falta más roce, por las bandas hay otros dos patovicas que harán fantasear a unos cuantas y cuantos. Por una parte, tenemos a Muntari, que juega en el Inter, y vendría a ser el cuerpo que le falta al Cuchu Cambiasso para ser un deportista. Así como la novia de Pekerman pone el cerebro en el equipo de José Mourinho, el lomo lo pone esta bestia que seguramente va a romper algún rival, tal vez de bruto nomás. En la otra banda, un poco más accesible, como podemos ver en la foto, está Appiah, que aporta la calidez necesaria y la caballerosidad indispensable que caracteriza a este deporte de hombres rudos. Como la imagen lo ilustra, mejor intentar con él por las buenas.

Lo que ningún ghanés termina de representarse es de qué manera podría su selección marcar un gol. Esto se relaciona, por una parte, porque el técnico es un serbio (otro más y van…) saca-partidos, bárbaro para emputecerte la vida si sos rival, pero exasperante si tenés que ir a buscar los tres puntos. Y es un dato sobre lo que la Federación Ghanesa anda buscando: pasaron de un representante del fútbol champagne como Claude Leroy (una suerte de Valdano francés, con el consecuente incremento de pedantería y amaneramiento que ello supone) a una especie de Chiche Sosa de los balcanes. El muchacho en cuestión es Milovan Rajevac, cuyo mayor mérito en toda su carrera es haber clasificado a un equipito de cuarta a la Europa League. Si alguien se pregunta cómo reaccionará este hombre al tener que enfrentar a su país de origen en primera ronda, es un ingenuo total. Los serbios no tienen otra patria que sí mismos.

La otra pata de la anemia ofensiva son, más puntualmente, los atacantes. Asamoah Gyan es titular, pero nadie lo ha notado todavía. Lo mismo sucede con Amoah, que podemos imaginar, es algo menos que su compañero. Todas las esperanzas se basan en lo que pueda hacer el bailarín Junior Agogo, se estima que su explosión le daría al equipo un salto de calidad.

Pronóstico: con Essien, pasan de ronda y llegan hasta cuartos. Sin Essien, no pasan.

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